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El viento se sumerge en la fría noche acompañada de la soledad, nadie se atreve a salir de sus acogedores hogares, ni yo a pesar que me guste la adrenalina y los retos, sola desde mi ventana visualizo una luz resplandeciente en el cielo seguido de un ruido que desequilibra mi tranquilidad, entonces es cuando comienza la tortura para mis oídos, y preferí salir, solo bastó segundos para que estuviese completamente mojada; en medio del descampado disfrutando de las luces macabras, los gritos del cielo, algo inesperado sucede, un ruido extraño llega a mis oídos al parecer procedía del corral de las ovejas, entonces me puse de pie me dirigí al corral, no lograba ver nada, todo estaba oscuro, de repente, gracias a la luz macabra, logro ver bastante sangre y con un grito del cielo reaccioné un poco hasta que escuche que alguien pedía ayuda a pocos metros de mí, las súplicas eran inminentes protagonizadas por una voz melancólica de una mujer, hasta que alguien cae al pozo y en ese mismo momento siento que alguien se para a mis espaldas, sin pensarlo decidí voltear…
Sentía que cada célula de mi cuerpo estaba completamente adolorida, después de un gran esfuerzo pude abrir los ojos y notar una luz cálida, decidí pararme pero simplemente no pude y es donde tomo conciencia y recuerdo lo de anoche, sin importar el dolor que me limitaba me puse de pie y solo quise ver el corral, me quedé petrificada, puesto que no había evidencia del suceso de anoche, no lo niego por primera vez en mi vida es que siento tanto miedo, tengo tantas dudas que me siento impotente al no pode recordar lo que estuvo detrás mío; me dirigí al pozo y no note algo raro, todo era normal, a los segundos alguien me jaló de la mano gritándome —¡Hija cuidado que te caigas!— en medio de mi desconcierto es que logro pararme, al parecer sin darme cuenta me estaba cayendo al pozo, ya parecía un hechizo o esas cosas absurdas a las que yo consideraba tonterías, pero hoy en día no sé si será en lo absoluto ideas descabelladas solo sé que me desconozco. En el desayuno mi madre, aquella que me conoce mejor que nadie nota mi desconcierto y trató de averiguar mediante preguntas porque es que estoy así pero simplemente la evadí y abandoné la mesa para estar sola y poder pensar que es lo que ocurrió, porque un sueño no fue.
Sin planificarlo me quedé dormida, tenía mucho frío, caminaba y caminaba por una densa neblina hasta que vi un lugar hermoso, todo era verdoso y una inmensa catarata descendía desde la cima de un cerro no lograba ver de dónde iniciaba, al parecer era un lugar para otros seres vivos diferentes a nosotros pensarás que tuve miedo te digo que no, esta vez quise y pude tomar más valor, de repente tuve la misma sensación de anoche aquella que predecía que alguien estaba a mi detrás, y sí, hice lo mismo que te imaginas, y enseguida me quede estupefacta, era ocho veces más grande que yo, su mirada era aterradora al parecer estaba molesto, pero su molestia no era para conmigo sino para quien estaba a mis espaldas, el gigante avanzó, yo me arrinconé para el lado de la catarata, mientras eso el gigante agarró una piedra, yo retrocedía cada vez más y en eso vi a una mujer muy hermosa que tenía cola de pescado pero cuerpo de humano era una sirena, tal sorpresa casi caí al pozo de la catarata, tratando de mantenerme consciente me percaté que salí con una fuerza brutal del pozo de mi casa cayendo a la chamba y sin poder seguir manteniéndome consciente cerré los ojos.
Cuando desperté vi a mi madre llorar, no entendía porque estaba con un doctor y cuando intenté parame para poder consolarla no podía mover las piernas grite y grite por la desesperación no entendía que pasaba, mi madre se acercó, me abrazó muy fuerte y me dijo que no podía caminar, al parecer en la caída me malogré la columna vertebral. Fue fatal estaba desconcertada, no asimilaba lo que sucedía, ya no tenía noción de la realidad, en momentos pensaba que era un sueño más pero en otros que era la realidad; estuve tres días tratando de acostumbrarme a mi destino; hasta que un día cuando me dirigía a la cocina, algo impensado ocurrió una voz tenue y muy pero muy hermosa escuché que procedía del pozo, cada segundo que pasaba era aún más hermosa me quise acercar pero el miedo me detenía, me llene de fortaleza y me acerqué, inesperadamente algo que salió muy rápido jaló las ruedas llevándome hacia el fondo; y fue como mi último sueño, el paisaje era idéntico y fue entonces que me di cuenta que no fueron sueños todas las aventuras que vivía - aquellas que terminaron dejándome en silla de ruedas - ella me habló, me dijo que se llamaba Eazuli, tenía un poder, ya que curaba con sus cantos; me explicó que el gigante quería que ella le cure a su esposa con sus cantos pero ya no había nada por hacer y murió, desde entonces trata de matarla. Mirándome fijamente, me pidió ayuda, al parecer su cola mágica había quedado lastimada y necesitaba que fuera detrás de la catarata para sacar una planta mágica, me fue muy difícil traerla, pero lo hice, ella lo envolvió en sus manos y lo exprimió en la herida, todo salió bien; de repente, la tierra se movía, el gigante venía corriendo, la sirena canto y su cola se ilumino, siendo ese resplandor la cura para mis piernas. En seguida nos botamos catarata abajo saliendo por el pozo, el gigante nos siguió, yo corrí a sacar un machete del almacén, mi madre me vio, se quedó sorprendida, porque podía correr y me siguió, el gigante se encontraba en el suelo y fue cuando mi madre agarró el machete y le dio varios machetazos en el cuello, en cuanto a la sirena le lanzó un hechizo y se convirtió en un cerro sin punta puesto que no tenía cabeza, mi madre no estaba sorprendida solo me dijo – y esta vez te tocó a ti- la sirena se fue con la cabeza del gigante al lado opuesto del cerro para poder vigilarlo por generaciones y si lo quieres ver ven a mi pueblo “Cullana” y yo solo soy una niña.
Sentía que cada célula de mi cuerpo estaba completamente adolorida, después de un gran esfuerzo pude abrir los ojos y notar una luz cálida, decidí pararme pero simplemente no pude y es donde tomo conciencia y recuerdo lo de anoche, sin importar el dolor que me limitaba me puse de pie y solo quise ver el corral, me quedé petrificada, puesto que no había evidencia del suceso de anoche, no lo niego por primera vez en mi vida es que siento tanto miedo, tengo tantas dudas que me siento impotente al no pode recordar lo que estuvo detrás mío; me dirigí al pozo y no note algo raro, todo era normal, a los segundos alguien me jaló de la mano gritándome —¡Hija cuidado que te caigas!— en medio de mi desconcierto es que logro pararme, al parecer sin darme cuenta me estaba cayendo al pozo, ya parecía un hechizo o esas cosas absurdas a las que yo consideraba tonterías, pero hoy en día no sé si será en lo absoluto ideas descabelladas solo sé que me desconozco. En el desayuno mi madre, aquella que me conoce mejor que nadie nota mi desconcierto y trató de averiguar mediante preguntas porque es que estoy así pero simplemente la evadí y abandoné la mesa para estar sola y poder pensar que es lo que ocurrió, porque un sueño no fue.
Sin planificarlo me quedé dormida, tenía mucho frío, caminaba y caminaba por una densa neblina hasta que vi un lugar hermoso, todo era verdoso y una inmensa catarata descendía desde la cima de un cerro no lograba ver de dónde iniciaba, al parecer era un lugar para otros seres vivos diferentes a nosotros pensarás que tuve miedo te digo que no, esta vez quise y pude tomar más valor, de repente tuve la misma sensación de anoche aquella que predecía que alguien estaba a mi detrás, y sí, hice lo mismo que te imaginas, y enseguida me quede estupefacta, era ocho veces más grande que yo, su mirada era aterradora al parecer estaba molesto, pero su molestia no era para conmigo sino para quien estaba a mis espaldas, el gigante avanzó, yo me arrinconé para el lado de la catarata, mientras eso el gigante agarró una piedra, yo retrocedía cada vez más y en eso vi a una mujer muy hermosa que tenía cola de pescado pero cuerpo de humano era una sirena, tal sorpresa casi caí al pozo de la catarata, tratando de mantenerme consciente me percaté que salí con una fuerza brutal del pozo de mi casa cayendo a la chamba y sin poder seguir manteniéndome consciente cerré los ojos.
Cuando desperté vi a mi madre llorar, no entendía porque estaba con un doctor y cuando intenté parame para poder consolarla no podía mover las piernas grite y grite por la desesperación no entendía que pasaba, mi madre se acercó, me abrazó muy fuerte y me dijo que no podía caminar, al parecer en la caída me malogré la columna vertebral. Fue fatal estaba desconcertada, no asimilaba lo que sucedía, ya no tenía noción de la realidad, en momentos pensaba que era un sueño más pero en otros que era la realidad; estuve tres días tratando de acostumbrarme a mi destino; hasta que un día cuando me dirigía a la cocina, algo impensado ocurrió una voz tenue y muy pero muy hermosa escuché que procedía del pozo, cada segundo que pasaba era aún más hermosa me quise acercar pero el miedo me detenía, me llene de fortaleza y me acerqué, inesperadamente algo que salió muy rápido jaló las ruedas llevándome hacia el fondo; y fue como mi último sueño, el paisaje era idéntico y fue entonces que me di cuenta que no fueron sueños todas las aventuras que vivía - aquellas que terminaron dejándome en silla de ruedas - ella me habló, me dijo que se llamaba Eazuli, tenía un poder, ya que curaba con sus cantos; me explicó que el gigante quería que ella le cure a su esposa con sus cantos pero ya no había nada por hacer y murió, desde entonces trata de matarla. Mirándome fijamente, me pidió ayuda, al parecer su cola mágica había quedado lastimada y necesitaba que fuera detrás de la catarata para sacar una planta mágica, me fue muy difícil traerla, pero lo hice, ella lo envolvió en sus manos y lo exprimió en la herida, todo salió bien; de repente, la tierra se movía, el gigante venía corriendo, la sirena canto y su cola se ilumino, siendo ese resplandor la cura para mis piernas. En seguida nos botamos catarata abajo saliendo por el pozo, el gigante nos siguió, yo corrí a sacar un machete del almacén, mi madre me vio, se quedó sorprendida, porque podía correr y me siguió, el gigante se encontraba en el suelo y fue cuando mi madre agarró el machete y le dio varios machetazos en el cuello, en cuanto a la sirena le lanzó un hechizo y se convirtió en un cerro sin punta puesto que no tenía cabeza, mi madre no estaba sorprendida solo me dijo – y esta vez te tocó a ti- la sirena se fue con la cabeza del gigante al lado opuesto del cerro para poder vigilarlo por generaciones y si lo quieres ver ven a mi pueblo “Cullana” y yo solo soy una niña.
Autor: Ely