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En una granja vivía una familia la cual tenía un hijo, tanto su padre como su madre no tenían aprecio por este muchacho, pues era un niño que tenía un poco de retardo mental. Estaba siempre encerrado en su habitación, nunca salía de allí, todos los días al levantarse abría la pequeña ventana la cual tenía unos gruesos barrotes y observaba desde allí a los animales.
Un día sus padres tuvieron que viajar urgentemente por negocios. Su madre le dejó bebida y comida en el cuarto. Pero resulta que pasaron tres días y aún sus padres no llegaban, el muchacho tenía hambre y sed, así que intentó derribar la puerta, empujó y empujó hasta que finalmente la derribó. Lo primero que hizo es buscar comida, pero no encontró nada, salió hacia afuera, miró a los costados; tomó una gallina y la mató, él pensaba que era un sueño, pero no lo era, al ver a la gallina muerta tembló y se desmayó, pues él no tenía conocimiento de lo que era la muerte; al levantarse tenía mucho frío y hambre, así que vio a la gallina muerta, tirada en el suelo la tomó y se la comió. Pasaron varios días y poco a poco, fue exterminando a todos los animales. Hasta que la granja quedó sin ningún animal.
Así que decidió ir a lo profundo del bosque, era un lugar muy oscuro y tenebroso, poseía una gran variedad de animales; él tenía mucha hambre así que comió de todo, su cuerpo estaba cubierto de sangre, los bichos y las moscas se le pegaban.
Una de aquellas noches se echó a dormir, se cubrió con las pieles de los animales y algunas pajas. Al amanecer encontró a un venadito bebé que estaba a su lado, al mirarlo automáticamente se encariño con este. Corría juntamente con el venadito por todo el bosque, hasta que tropezó; se cortó la pierna, empezó a sangrar; el venadito lambia su herida, pero, igual seguía brotando sangre.
El muchacho tenía sed y hambre, pero él no quería hacerle daño al venadito, ni a ningún otro animal.
Así que el muchacho ya no podía resistir, estaba muy débil. Mientras tanto, los padres del jovencito de pronto llegaron a casa; al abrir la puerta de la granja vieron abundante sangre y no encontraron a ninguno de los animales, subieron a la habitación del muchacho; encontraron la puerta derribada, lo llamaron, pero fue en vano.
Seguidamente fueron al pueblo, tomaron el teléfono y llamaron a la policía. Los padres estaban muy preocupados, porque sabían que iban a investigar la condición en la que vivía su hijo. Ambos se decían mejor no hubiéramos dado parte a la policía, pero fue muy tarde así que la policía se dirigió al lugar de los hechos, buscaron por todo el lugar, subieron a la habitación y vieron la ventana con barrotes; en el suelo había platos de comida tirada, del baño salía un olor muy desagradable.
Al salir hacia fuera, observaron que el patio estaba manchado de sangre. Mientras tanto los padres estaban desesperados, pero no por su hijo, sino porque fueron detenidos.
Los policías no encontraban al muchacho así que decidieron entrar a lo profundo y oscuro del bosque, empezó a llover, lo que dificultaba la búsqueda, hasta que por fin llegaron hacia un río; el pobre muchacho estaba acurrucado en un árbol junto con aquel venadito, el niño temblaba, lo trasladaron rápidamente hacia el hospital, hicieron lo posible por salvarlo, pero fue en vano ya que murió. Pero algo sorprendente el niño tenía una sonrisa en los labios y su cuerpo no tenía ninguna herida más irradiaba una luz. Los médicos no se explicaban lo sucedido.
Un día sus padres tuvieron que viajar urgentemente por negocios. Su madre le dejó bebida y comida en el cuarto. Pero resulta que pasaron tres días y aún sus padres no llegaban, el muchacho tenía hambre y sed, así que intentó derribar la puerta, empujó y empujó hasta que finalmente la derribó. Lo primero que hizo es buscar comida, pero no encontró nada, salió hacia afuera, miró a los costados; tomó una gallina y la mató, él pensaba que era un sueño, pero no lo era, al ver a la gallina muerta tembló y se desmayó, pues él no tenía conocimiento de lo que era la muerte; al levantarse tenía mucho frío y hambre, así que vio a la gallina muerta, tirada en el suelo la tomó y se la comió. Pasaron varios días y poco a poco, fue exterminando a todos los animales. Hasta que la granja quedó sin ningún animal.
Así que decidió ir a lo profundo del bosque, era un lugar muy oscuro y tenebroso, poseía una gran variedad de animales; él tenía mucha hambre así que comió de todo, su cuerpo estaba cubierto de sangre, los bichos y las moscas se le pegaban.
Una de aquellas noches se echó a dormir, se cubrió con las pieles de los animales y algunas pajas. Al amanecer encontró a un venadito bebé que estaba a su lado, al mirarlo automáticamente se encariño con este. Corría juntamente con el venadito por todo el bosque, hasta que tropezó; se cortó la pierna, empezó a sangrar; el venadito lambia su herida, pero, igual seguía brotando sangre.
El muchacho tenía sed y hambre, pero él no quería hacerle daño al venadito, ni a ningún otro animal.
Así que el muchacho ya no podía resistir, estaba muy débil. Mientras tanto, los padres del jovencito de pronto llegaron a casa; al abrir la puerta de la granja vieron abundante sangre y no encontraron a ninguno de los animales, subieron a la habitación del muchacho; encontraron la puerta derribada, lo llamaron, pero fue en vano.
Seguidamente fueron al pueblo, tomaron el teléfono y llamaron a la policía. Los padres estaban muy preocupados, porque sabían que iban a investigar la condición en la que vivía su hijo. Ambos se decían mejor no hubiéramos dado parte a la policía, pero fue muy tarde así que la policía se dirigió al lugar de los hechos, buscaron por todo el lugar, subieron a la habitación y vieron la ventana con barrotes; en el suelo había platos de comida tirada, del baño salía un olor muy desagradable.
Al salir hacia fuera, observaron que el patio estaba manchado de sangre. Mientras tanto los padres estaban desesperados, pero no por su hijo, sino porque fueron detenidos.
Los policías no encontraban al muchacho así que decidieron entrar a lo profundo y oscuro del bosque, empezó a llover, lo que dificultaba la búsqueda, hasta que por fin llegaron hacia un río; el pobre muchacho estaba acurrucado en un árbol junto con aquel venadito, el niño temblaba, lo trasladaron rápidamente hacia el hospital, hicieron lo posible por salvarlo, pero fue en vano ya que murió. Pero algo sorprendente el niño tenía una sonrisa en los labios y su cuerpo no tenía ninguna herida más irradiaba una luz. Los médicos no se explicaban lo sucedido.
Seudónimo: Dayana