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—Hija tú serás mi última esperanza de todos tus hermanos —me dijo.
En eso pensé, ¿por qué habla así mi mamá? pues siempre me despreciaba, era muy extraño que me diga eso.
—¿En qué piensas tanto? —Gritó, agaché la cabeza y contesté en nada, pues tenía temor a mi mamá, pues siempre me regañaba y en ocasiones me daba a chancletazos.
Pues ya era hora de ir al colegio, tenía tanta hambre y pregunté:
—¿Mamá que hay para desayunar?
Ella respondió:
—Solo tengo agua con pan.
En mi casa todo era caos, pues mi padre no trabajaba, mi madre siempre reclamando y mis hermanos con problemas. Aceves quería irme, y salir de esa oscuridad, yo no sabía nada del mundo, para mí nadie podía ser feliz, me gustaba ir al parque para ver esas familias donde los padres engreían a sus hijos, pues mi gran sueño era pasar un momento a lado de toda mi familia.
Al crecer, ya siendo un adolescente, me acostumbré a los problemas, pero a la vez crecía con ese sueño de salir de ese mundo de muchos problemas y ser feliz; pues durante mi infancia dentro de mi corazón, los cuentos de hadas le hicieron creer en el amor y en una vida feliz.
En eso entonces.
—¡Despierta! —gritó mamá— a qué hora vas a ir al colegio.
Miré la hora, eran las cuatro am, claro era muy temprano, tenía que ayudar a mi mamá a pelar papas, preparar refresco para vender en el colegio, pasaba el tiempo, ya era las siete de la mañana, tenía que alistarme para ir a mi primer día de clases, para mí este día era muy emocionante, ya que iba a cursar el primer año de secundaria, pues a mí me gustaba estudiar y aprender cada día, pues era maravilloso aprender nuevas cosas, conocer nuevos compañeros y también nuevos profesores.
—Muy buenos días señoritas —dijo el profesor— espero que den todo de sí para ser las mejores cada día, ahora empecemos la primera lección de hoy.
Rápidamente saqué mi cuaderno y copié la lección, pero me llamo la atención una niña de mi salón, cuyo nombre era Fiorela parecía algo triste, sola había rumores que se cortaba los brazos como un emo, me acerqué y le pregunté porque estás triste.
—Te doy un consejo —dijo— nunca te enamores.
Me pregunté a mi mismo ¿porque me dijo eso?, yo pienso que enamorarse es lindo, ya que dos personas se conocen y se aman mutuamente, justo en eso sonó el timbre del recreo. Yo fui a ayudar a mi mamá a vender, en todo el año me fue muy bien, pero sabía que mi felicidad acabaría muy pronto. Mi mamá se enfermó, en ese momento mi mundo se cayó, dejé de estudiar y me ponía a trabajar cada día, pero lo peor era, mi sueldo era una miseria, una propina y no alcanzaba ni para comer.
Un día me encontré con un profesor y me dijo:
—Tú eres una flor de loto.
Me sentí confusa y le pregunté:
—¿Porque una flor de loto?
Me respondió:
—Porque está flor crece en medio del lodo; tú eres la flor y el lodo los problemas, tú sobrevivirás a todo, pero no dejes de estudiar me dijo, en ese momento, le agradecí por su consejo y me puse a pensar en lo que me dijo, y tome una decisión de volver a estudiar otra vez, la vida me dio una felicidad tan grato, pues mi padre ya trabajaba con un sueldo satisfecho y mi mamá ya podía controlar su enfermedad.
Desde entonces, pasó mucho tiempo y también pasó algo inesperado, me enamoré por primera vez, era algo nuevo para mí, nunca sentía esa emoción de ver a una persona, pero otra vez la vida me hizo infeliz, pues este chico solo jugaba conmigo y para ser más infeliz, todas mis amigas me hicieron a un lado por tan solo ganar a un compañero, desde ese momento estás personas me hicieron llorar, me hicieron sentir mal y me lastimaron.
En un tiempo, por circunstancias del momento, llegué a cortarme y recordé a aquella niña, y me puse a pensar porque no le hice caso, esta vez, esas cosas de lo antaño, dejé atrás y otra vez el profesor me dio un consejo, primero me enseñó una taza de cerámica y me dijo:
—Está taza ves que es muy bonita, pues tuvo que ser tamizada, soportó más de trecientos grados de temperatura y mira aun así, no es perfecta.
Y luego lo rompió, me sorprendí por lo que hizo pero entendí su mensaje; reflexioné mucho y decidí enfrentar todo los enemigos.
Ahora puedo decir, soy un adolescente, ya estoy cursando el tercer grado de secundaria, ahora la vida me da más obstáculos para derribar y yo no me dejó de vencer; tengo que estudiar para ser alguien, tengo que lograr mis sueños; pero ahora, solo está grabado en mi cabeza está hermosa frase “Dios no cierra una puerta para no habría otra”.
En eso pensé, ¿por qué habla así mi mamá? pues siempre me despreciaba, era muy extraño que me diga eso.
—¿En qué piensas tanto? —Gritó, agaché la cabeza y contesté en nada, pues tenía temor a mi mamá, pues siempre me regañaba y en ocasiones me daba a chancletazos.
Pues ya era hora de ir al colegio, tenía tanta hambre y pregunté:
—¿Mamá que hay para desayunar?
Ella respondió:
—Solo tengo agua con pan.
En mi casa todo era caos, pues mi padre no trabajaba, mi madre siempre reclamando y mis hermanos con problemas. Aceves quería irme, y salir de esa oscuridad, yo no sabía nada del mundo, para mí nadie podía ser feliz, me gustaba ir al parque para ver esas familias donde los padres engreían a sus hijos, pues mi gran sueño era pasar un momento a lado de toda mi familia.
Al crecer, ya siendo un adolescente, me acostumbré a los problemas, pero a la vez crecía con ese sueño de salir de ese mundo de muchos problemas y ser feliz; pues durante mi infancia dentro de mi corazón, los cuentos de hadas le hicieron creer en el amor y en una vida feliz.
En eso entonces.
—¡Despierta! —gritó mamá— a qué hora vas a ir al colegio.
Miré la hora, eran las cuatro am, claro era muy temprano, tenía que ayudar a mi mamá a pelar papas, preparar refresco para vender en el colegio, pasaba el tiempo, ya era las siete de la mañana, tenía que alistarme para ir a mi primer día de clases, para mí este día era muy emocionante, ya que iba a cursar el primer año de secundaria, pues a mí me gustaba estudiar y aprender cada día, pues era maravilloso aprender nuevas cosas, conocer nuevos compañeros y también nuevos profesores.
—Muy buenos días señoritas —dijo el profesor— espero que den todo de sí para ser las mejores cada día, ahora empecemos la primera lección de hoy.
Rápidamente saqué mi cuaderno y copié la lección, pero me llamo la atención una niña de mi salón, cuyo nombre era Fiorela parecía algo triste, sola había rumores que se cortaba los brazos como un emo, me acerqué y le pregunté porque estás triste.
—Te doy un consejo —dijo— nunca te enamores.
Me pregunté a mi mismo ¿porque me dijo eso?, yo pienso que enamorarse es lindo, ya que dos personas se conocen y se aman mutuamente, justo en eso sonó el timbre del recreo. Yo fui a ayudar a mi mamá a vender, en todo el año me fue muy bien, pero sabía que mi felicidad acabaría muy pronto. Mi mamá se enfermó, en ese momento mi mundo se cayó, dejé de estudiar y me ponía a trabajar cada día, pero lo peor era, mi sueldo era una miseria, una propina y no alcanzaba ni para comer.
Un día me encontré con un profesor y me dijo:
—Tú eres una flor de loto.
Me sentí confusa y le pregunté:
—¿Porque una flor de loto?
Me respondió:
—Porque está flor crece en medio del lodo; tú eres la flor y el lodo los problemas, tú sobrevivirás a todo, pero no dejes de estudiar me dijo, en ese momento, le agradecí por su consejo y me puse a pensar en lo que me dijo, y tome una decisión de volver a estudiar otra vez, la vida me dio una felicidad tan grato, pues mi padre ya trabajaba con un sueldo satisfecho y mi mamá ya podía controlar su enfermedad.
Desde entonces, pasó mucho tiempo y también pasó algo inesperado, me enamoré por primera vez, era algo nuevo para mí, nunca sentía esa emoción de ver a una persona, pero otra vez la vida me hizo infeliz, pues este chico solo jugaba conmigo y para ser más infeliz, todas mis amigas me hicieron a un lado por tan solo ganar a un compañero, desde ese momento estás personas me hicieron llorar, me hicieron sentir mal y me lastimaron.
En un tiempo, por circunstancias del momento, llegué a cortarme y recordé a aquella niña, y me puse a pensar porque no le hice caso, esta vez, esas cosas de lo antaño, dejé atrás y otra vez el profesor me dio un consejo, primero me enseñó una taza de cerámica y me dijo:
—Está taza ves que es muy bonita, pues tuvo que ser tamizada, soportó más de trecientos grados de temperatura y mira aun así, no es perfecta.
Y luego lo rompió, me sorprendí por lo que hizo pero entendí su mensaje; reflexioné mucho y decidí enfrentar todo los enemigos.
Ahora puedo decir, soy un adolescente, ya estoy cursando el tercer grado de secundaria, ahora la vida me da más obstáculos para derribar y yo no me dejó de vencer; tengo que estudiar para ser alguien, tengo que lograr mis sueños; pero ahora, solo está grabado en mi cabeza está hermosa frase “Dios no cierra una puerta para no habría otra”.
Seudónimo: Briana