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¡Mira! la ciudad despierta, la calle andante.
La vastedad de tus colores, más allá de la distancia:
¡Mira! dentro de ti, peruano,
estamos hechos del mismo barro
que moldea este verso;
de plurales colores, de acento diverso.
Si alzas la voz sin pensar
en los silencios que mancillas;
No oirás su grito, en tu grito.
Hasta que tu voz de yaraví, de huayno
y de TODAS las melodías;
No sean un solo himno grande, diverso y sonoro:
No escucharás tu voz, ¡peruano!
Hasta que no te aceptes con orgullo;
sin colores y sin formas:
No hallarás tu rostro, ¡peruano!
Hasta que el enternecido llanto de los huérfanos
Que deja la injusticia, la sequia, el frío y el hambre;
No se anude en tu mano laboriosa como dulce protesta.
No encontrarás tu fuerza, ¡peruano!
Hoy levantemos nuestro lápiz,
sobre el himno del silencio,
que no logre vencernos el olvido;
Que no contamine el egoísmo,
El alma de nuestros dedos.
No seamos un intento de primavera,
No seamos, en los sauces dormidos,
Solo pájaros imaginarios.
Seamos una fuente en la sequía.
Seamos la llave que abre la esperanza,
Pagina verde sobre el asfalto.
Y en la ardua misión que hoy emprendemos,
Como un clamor volcánico, como un grito de gol;
Que vuelva nuestra voz a sus solariegos acentos:
¡Ama Sua, Ama Llulla, Ama Quella!
Seudónimo: Daniel
La vastedad de tus colores, más allá de la distancia:
¡Mira! dentro de ti, peruano,
estamos hechos del mismo barro
que moldea este verso;
de plurales colores, de acento diverso.
Si alzas la voz sin pensar
en los silencios que mancillas;
No oirás su grito, en tu grito.
Hasta que tu voz de yaraví, de huayno
y de TODAS las melodías;
No sean un solo himno grande, diverso y sonoro:
No escucharás tu voz, ¡peruano!
Hasta que no te aceptes con orgullo;
sin colores y sin formas:
No hallarás tu rostro, ¡peruano!
Hasta que el enternecido llanto de los huérfanos
Que deja la injusticia, la sequia, el frío y el hambre;
No se anude en tu mano laboriosa como dulce protesta.
No encontrarás tu fuerza, ¡peruano!
Hoy levantemos nuestro lápiz,
sobre el himno del silencio,
que no logre vencernos el olvido;
Que no contamine el egoísmo,
El alma de nuestros dedos.
No seamos un intento de primavera,
No seamos, en los sauces dormidos,
Solo pájaros imaginarios.
Seamos una fuente en la sequía.
Seamos la llave que abre la esperanza,
Pagina verde sobre el asfalto.
Y en la ardua misión que hoy emprendemos,
Como un clamor volcánico, como un grito de gol;
Que vuelva nuestra voz a sus solariegos acentos:
¡Ama Sua, Ama Llulla, Ama Quella!
Seudónimo: Daniel