EL FUNERAL
Éramos amigos cercanos, pero me hacía reír, era uno de los pocos que me trato amablemente cuando llegué desde el sur de Arequipa, no es una buena forma de hablar, pero les contaré lo que pasó.
Me pasé atrás por respeto a su familia y los amigos que estaban en el funeral, se notaban afectados, tristones y llorosos.
Por respeto a la familia, preferí quedarme atrás, al último para poder mirar sin ser observado. Algo triste por la pérdida de un compañero, pero tampoco me puse a llorar como gallina, mientras los violines tocaban entristecidas canciones dentro del funeral.
Toda su familia lloraba desconsoladamente, en especial su madre quien vestía de negro, a lado de su padre, un señor ya maduro avanzado de edad, canoso, quien también vestía de negro, supongo que era su papá, no se le notaba triste, nada que pensé en fijarme pero nada el señor, será porque nunca le gustó la personalidad de su hijo. Bueno, pero yo lo vi con rabia, renegando el viejo gruñón y feo.
Entre todos los amigos, ahí me senté libremente, vi a unos compañeros de colegio y academia muchos de ahí éramos de diferentes salones, a algunos solo los conocía de vista, en algunas oportunidades hablé con algunos.
Él siempre tuvo la expresión de que era un futbolista, cabrón de mierda, llamado también el rosca de la cuadra como muchos los nombran a los homosexuales. Pero este huevón era muy tímido, callado pero social solo con algunos. Siempre tenía a amabilidad de invitarme a su casa, era súper cariñoso, se daba cuenta de si estaba triste o feliz.
Entonces este huevón de Carlos un día me invitó a un restaurante, mucho antes que este falleciera, es triste pero cierto.
Fue un día martes por la tarde, casi ya a la hora de salida me fui a entrenar, soy amante del fútbol, entonces al llegar al estadio, ya casi a las 4:30 pm, ya era tardecita, conocí a Carlos. Terminando de entrenar, se me acercó y me preguntó si quería ir a tomar unos juguitos por la Ejército, por la Telefónica, por ahí.
Ambos veníamos matadazos por tanto trabajo físico, entonces todos sudorosos y cansados me llevó a un restaurante, lo primero que pedí fue chicha porque estaba cansado.
Mozo, mozo, tráigame un par de aguajes, “toy con la sed maldita”, siempre me manejaba mi floro de quinta como lo llamaba este huevón de Carlos quien pidió también lo mismo.
Pero Carlos no me dejaba de mirar fijamente con sus ojos tenebrosos, unas cejas muy fascinantes y su rostro de full maquillaje.
Yo le entendía que era homosexual, nunca le dije para que no se ofendiera porque él era el mejor amigo, mi pata del alma.
Carlos siempre me trataba con cariño, el pagaba todo, no es porque yo no quería, sino que no me dejaba pagar.
Hacía un frío intenso, tuvimos que ir al Puente Grau, al centro, porque me dijo que le acompañase a comprar maquillaje, rímel; entonces le pregunté por curiosidad, porque dentro mío sabía que era gay, le pregunté: ¿qué clase de hombre eres? Y ¡futbolista!, me respondió enojándose: me gusta ser así, pudiera decirse que soy gay pero solo tú sabrás mi secreto, que está guardado en el fondo de mi corazón.
Bueno, yo no me sorprendí porque noté que era gay, le dije no te preocupes, respeto como eres y como me decías que tenías enamorada quien era bonita, ojos azules, rulosa, etc.
Él me dice; no, solo te mentí para sentirme bien y me aceptes como soy porque si te decía que era gay de repente perdía tu confianza.
Entonces pasaron muchas semanas que no lo vi en los entrenamientos, y si llamaba tampoco contestaba, bueno, unos días antes, al atardecer, me toca la puerta alguien y le deje entrar, se sentó en el sofá, estuvo súper triste, incluso molesto, casi llorón, porque nunca le había visto así me sorprendí, porque Carlos era feliz, sonriente y alegre, pero se sintió mal y ese día me contó que las faltas al entrenamiento y que no contestaba. El teléfono era porque sus padres no lo aceptaban como era, me puse triste y le pregunté tristón: ¿por qué?, me dijo: no quieren verme no aceptan como soy. Ten paciencia Cristian, ya comprenderán de la forma como eres, no te apresures, noté en sus ojos que ya son se sentía mejor.
Pero pasando unos meses, me fui de viaje, al regreso, me entero que había fallecido, que él se suicidó. Pasaba las horas y los días llorando por alguien a quien tuve un cariño inmenso, el de mi mejor amigo que había tenido desde niño.
Bueno ahora que estamos en su funeral. A la señora rubia, alta, bonita, Laura era mamá de Carlos. A Pedro, el papá bigotón, frío.
Lamentablemente no me querían ver pero no tuve nada que ver en la muerte de Carlos. Simplemente no le aceptaban. De seguro que el chico prefirió acabar con su vida.
Me fui lejos de Arequipa, pero siempre recordándolo a mi mejor amigo.
Seudónimo: J.N.A.V