JAMÁS LO OLVIDARÁS
Era el fin del día y todas las cosas colapsaban en mi mente, una y otra vez los pequeños fragmentos de recuerdos venían y se iban como el agua que regresa al mar, todo pierde sentido, y por un momento siento que muero en vida, pero como todo lo malo no dura mucho, regreso en sí y dejo que todo se vaya, volviendo a ser yo, Emily. Todo termina recobrando sentido y termino volviendo en sí, dando me cuenta de la cruda realidad en la que vivo, pero con la certeza de que algún día cambiara, y todo será distinto.
Ya siendo hoy un nuevo día despierto con esa pequeña certeza y con un profundo cansancio por no haber podido dormir, cosa muy frecuente en mí, Mamá llama a comer, como habitualmente lo hace, termino de desayunar y papá me lleva al colegio, no me puedo quejar tengo una buena familia, tengo todo lo que alguien puede desear, pero aun así siento un vacío muy profundo dentro de mí, que nunca pareciese llenarse, llegando a la escuela me espera diana, la única amiga que no logre alejar, ella me acompaña desde hace 6 años y logro entender mi manera de ver y sentir la cosas, la quiero mucho, aunque nunca se lo haya dicho, papá me deja y se despide como los padres suelen hacer con sus hijas, pero como siempre no muestro ni un poco de afecto a sus palabras y me voy.
—¡Emily! —viene gritando Diana con la emoción y el buen humor que la caracteriza.
—Hola diana —con tono de frialdad de mi parte.
—Sonríe es un nuevo día, hoy es el día que jamás olvidaras —dijo Diana.
—Todos los días dices lo mismo —contestó.
—Lo sé, pero sé que esta vez será distinto —responde Diana.
—Ojala así fuera —respondió.
Suena el timbre de entrada y como animales entran todos al colegio supuestamente a aprender, lo que la mayoría no hace claramente por estar dedicándose hacer vida social. Cosa que yo no hago, si fuera por mí no vendría, pero lo hago por diana, sin mi presencia estaría sola, nadie la notaria, bueno nadie la nota, eso me parece extraño, pero eso es lo bueno de ser invisibles literalmente, nadie se fija en lo que haces, entrando al salón de anatomía, llego y como siempre me siento en la parte trasera con diana, donde nadie puede notarnos. llega el profesor y empieza con su clase, y como en cuestión de segundos mis pensamientos empiezan a congelarse, olvido totalmente que estoy en el colegio, mi cuerpo actúa como un robot, y mi cerebro ya pierde totalmente su control, escucho de nuevo esas pequeñas vocecillas dentro de mí ,trato de no hacer caso ,pero no puedo, volteo a ver a diana para decirle que me saque de ahí, pero no la veo, siempre desaparece en los momentos más difíciles aun no entiendo porque, pero ella no es lo importante ahora intento recobrar el sentido y de repente todos me miran en ese momento, como si tuviera algo que les llamara la atención, odio esa sensación, mi cabeza empieza a recrear las miradas cortantes de los demás, empiezo a sudar frio, quiero gritar pero el miedo no me lo permite.
A veces no sé qué soy, un paranoica que ve el mundo de su único punto de vista, o una introvertida que goza al sufrir; reflexiono constantemente sobre “mi propósito en la vida” y siempre llego a la misma conclusión: Estoy en este mundo para dar alegría y desdichas a mis padres y para mantener el equilibrio de natalidad en el país, la mirada penetrante de todos me hieren una y otra vez y salgo corriendo presurosamente a buscar a diana, pero no la encuentro, minutos más tarde intento tranquilizarme y regreso en sí, aprovecho la usencia de Diana para caminar un rato y pensar en lo que frecuentemente me está pasando y no le hallo una explicación lógica, pero ya van 6 años con esos pequeños estados de paranoia que aun no entiendo y nadie entiende.
Horas más tarde de la sorpresiva manera que desapareció, aparece diana con una sonrisa de oreja a oreja, no me atrevía a preguntarle a donde fue o que hizo, así que continuo con el resto del día, felizmente solo quedaba 2 horas de clases y me iría a casa, pero nadie sabe lo que puede pasar en 2 horas y como lo dijo diana, hoy será el día que jamás olvidare.
Ya en el recreo diana y yo nos pusimos a conversar acerca de lo que haríamos hacia el futuro, diana me dijo que siempre estaría conmigo y que jamás la olvidaría, pero estoy segura que si lo haría, siempre olvido, de repente me dio un hambre voraz y le pedí a diana que fuese al comedor y me comprara una galleta, mientras yo aprovecharía para pedirle disculpas al profesor de anatomía por haber salido tan repentinamente de su clase y así paso, Diana fue a comprar y yo me dirigí al salón, entonces tuve que escuchar el largo sermón del profesor y su reprimenda que ya me sabía de memoria, y de pronto me dio por preguntarle acerca de diana, y si sabía porque se había ido del salón en el momento que me puse mal, y fue así que el profesor , cambio su expresión completamente
—¿diana? ¿Qué diana? Que yo sepa no hay ninguna diana en nuestro salón— respondió
—¡como que no¡ diana una chica alta ,ojos oscuros, cabello negro, hace 6 años estudia acá y mejor amiga —respondí
— se equivoca señorita Emily, no existe ninguna diana en esta institución — contesto
Mi cara cambio completamente , el profesor mentía no podía ser cierto diana si existe, entonces el profesor me saco de dudas y me llevo a la dirección para corroborar que no existía ninguna diana en el colegio, y fue así como leí todos los registros para darme cuenta que diana no existe, Salí corriendo de dirección con lágrimas en los ojos ,subí al último piso del colegio y me senté al borde del vacío a llorar, a darme cuenta que hace 6 años a diana la había inventado, que solo era producto de mi imaginación que nunca paso, y todo recobro sentido, era por eso, que siempre desaparecía, era el motivo por lo que nadie la notaba o la conocía, yo la había creado.
De pronto Diana apareció y sentó junto a mí, seco mis lágrimas, la mire como si no hubiese pasado nada, no la podía perder, ella no preguntó porque lloraba, me entregó la galleta y me dijo:
—Siempre estaré contigo.
—Te quiero —le respondí.
Nunca se lo había dicho pero ya era el momento, entonces fue así que un 19 de noviembre de 1999, fue el preciso momento en el que adopte la condición de rara, loca, de otro paneta; en pocas palabras, pase de mi estado normal, a mi estado esquizofrénico. Y como lo más normal del mundo decidí saltar, salte 5 pisos abajo, de la mano de diana y fue en ese preciso momento en que mi alma fue libre y me sentí diferente, sentí ir todo mi sufrimiento solo tenía la certeza que todo término.