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Había una vez, un niño llamado Carlitos, era un niño muy alegre que vivía con su mamá y su hermano en una casita muy bonita.
Carlitos era buen estudiante y tenía muchos amigos, todos los días al salir del colegio jugaba pelota en el patio del colegio, mientras que esperaba que su mamá lo recogiera.
Carlitos era muy buen amigo, un día su amigo Javier le invitó a una fiesta en su casa. Javier tenía una piscina. Sin embargo Carlitos tenía un secreto, no sabía nadar. Por eso, cuando llegaban las vacaciones de verano, no salía con sus amigos y se distanciaba, pues no quería que sus compañeros del colegio le preguntaran si sabía nadar y descubrieran su secreto.
Cuando quedaban dos semanas para terminar las vacaciones, Javier se acercó a sus amigos con un montón de invitaciones para su fiesta de cumpleaños. Para sorpresa de Carlitos, la fiesta era en una piscina cuando terminara la escuela, ¡y toda la clase iba a estar allí!
Carlitos se puso muy nervioso, pensó que todos se iban a reír de él, por no saber nadar.
Cuando llegó a casa, corrió a su cuarto sin decir nada, cerró la puerta fuertemente y se tiró sobre la cama, quedándose, pensativo, con ganas de llorar, no queriendo salir de su cuarto hasta el día siguiente.
Entonces su mamá toco la puerta, ella iba ver cómo estaba. Ella no sabía que le pasaba y quería ayudarlo.
Se sentó a su lado, al pie de su cama y le pregunto qué le sucedía. Carlitos se lo contó todo, que había una fiesta en una piscina y que se iban a reír de él porque no sabía nadar.
Su mamá lo abrazo y le cogió de la mano para consolarlo. Ideando juntos un plan.
Como quedaban dos semanas antes de la fiesta, Carlitos se iba a la piscina de Cayma con su mamá todos los días para aprender a nadar.
Empezó usando el flotador, luego solo las braceras hasta que poco a poco se lo fueron quitando. A los dos días se le quitó el flotador, a la semana siguiente se atrevió a nadar solo aunque tomo, fue tanta sus ganas de aprender a nadar que siguió intentando.
Su mamá, estaba dentro del agua ayudándolo, cogiendo su barriga mientras el pataleaba y movía las piernas. Entonces su mamá lo soltó y Carlitos empezó a avanzar despacito agarrándose del tubo al borde de la piscina, cuando se dio cuenta ¡Estaba nadando!
Al salir del agua, saltó de alegría y corrió a abrazar a su madre, ¡lo había logrado! Podía nadar y divertirse con sus amigos sin pasar miedo.
El día de la fiesta llegó, todos los niños fueron al agua, los padres estaban también en la fiesta, vigilando que todo fuera bien.
Un amigo de Carlitos lo agarró de la mano y le dijo:
—Vamos a la piscina.
Carlitos miró a su mamá y vio que ella le estaba sonriendo y animando.
—¡Tú puedes, hijo mío!
Carlitos respiró hondo y sin pensárselo dos veces se metió en la piscina. Lo había conseguido su mamá estaba muy orgullosa de él.
Se dio cuenta de que no pasaba nada, y que le iban a querer siempre, además estaba muy feliz por haber conseguido superar sus miedos y esforzarse para conseguir su objetivo: Aprender a nadar.
Seudónimo: Carlitos
Carlitos era buen estudiante y tenía muchos amigos, todos los días al salir del colegio jugaba pelota en el patio del colegio, mientras que esperaba que su mamá lo recogiera.
Carlitos era muy buen amigo, un día su amigo Javier le invitó a una fiesta en su casa. Javier tenía una piscina. Sin embargo Carlitos tenía un secreto, no sabía nadar. Por eso, cuando llegaban las vacaciones de verano, no salía con sus amigos y se distanciaba, pues no quería que sus compañeros del colegio le preguntaran si sabía nadar y descubrieran su secreto.
Cuando quedaban dos semanas para terminar las vacaciones, Javier se acercó a sus amigos con un montón de invitaciones para su fiesta de cumpleaños. Para sorpresa de Carlitos, la fiesta era en una piscina cuando terminara la escuela, ¡y toda la clase iba a estar allí!
Carlitos se puso muy nervioso, pensó que todos se iban a reír de él, por no saber nadar.
Cuando llegó a casa, corrió a su cuarto sin decir nada, cerró la puerta fuertemente y se tiró sobre la cama, quedándose, pensativo, con ganas de llorar, no queriendo salir de su cuarto hasta el día siguiente.
Entonces su mamá toco la puerta, ella iba ver cómo estaba. Ella no sabía que le pasaba y quería ayudarlo.
Se sentó a su lado, al pie de su cama y le pregunto qué le sucedía. Carlitos se lo contó todo, que había una fiesta en una piscina y que se iban a reír de él porque no sabía nadar.
Su mamá lo abrazo y le cogió de la mano para consolarlo. Ideando juntos un plan.
Como quedaban dos semanas antes de la fiesta, Carlitos se iba a la piscina de Cayma con su mamá todos los días para aprender a nadar.
Empezó usando el flotador, luego solo las braceras hasta que poco a poco se lo fueron quitando. A los dos días se le quitó el flotador, a la semana siguiente se atrevió a nadar solo aunque tomo, fue tanta sus ganas de aprender a nadar que siguió intentando.
Su mamá, estaba dentro del agua ayudándolo, cogiendo su barriga mientras el pataleaba y movía las piernas. Entonces su mamá lo soltó y Carlitos empezó a avanzar despacito agarrándose del tubo al borde de la piscina, cuando se dio cuenta ¡Estaba nadando!
Al salir del agua, saltó de alegría y corrió a abrazar a su madre, ¡lo había logrado! Podía nadar y divertirse con sus amigos sin pasar miedo.
El día de la fiesta llegó, todos los niños fueron al agua, los padres estaban también en la fiesta, vigilando que todo fuera bien.
Un amigo de Carlitos lo agarró de la mano y le dijo:
—Vamos a la piscina.
Carlitos miró a su mamá y vio que ella le estaba sonriendo y animando.
—¡Tú puedes, hijo mío!
Carlitos respiró hondo y sin pensárselo dos veces se metió en la piscina. Lo había conseguido su mamá estaba muy orgullosa de él.
Se dio cuenta de que no pasaba nada, y que le iban a querer siempre, además estaba muy feliz por haber conseguido superar sus miedos y esforzarse para conseguir su objetivo: Aprender a nadar.
Seudónimo: Carlitos